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jueves, 17 de febrero de 2011

Donde la moral no existe el cinismo carece de límites


Está bien que este señor, el Presidente de Venezuela, de nuestro País “hermano”, Chávez, tiene unas tendencias extrañas, es un excéntrico por completo, desmedido para hablar, quizá demasiado imprudente a la hora de tomar decisiones. Es también, evidentemente, un personaje de izquierda, aunque muchas veces confunda la coherencia con el extremismo y termine por ser inconsecuente a la hora de hablar y actuar; no siempre se complementa el discurso con los hechos, es más, algunas veces las ambigüedades son gigantes. No estoy de acuerdo con el manejo del poder por tantos años, sin embargo, el que Hugo Chávez se perpetúe en el poder es problema de los venezolanos, y por muy hermanos que seamos, ese asunto es netamente de ellos. La cuestión que en realidad nos debe interesar, como colombianos es ¿Protege a las FARC? Según muchas “evidencias”, sí, según muchas irregularidades que se ven en los procesos, no; según la duda, quizás, simplemente quizás. Pero ¿Cuáles son esas evidencias? La verdad es que yo jamás tendré argumentos para decir qué tan ciertas son, tampoco los tendré para decir qué tan falsas son; el único argumento que me queda al respecto es una nimia pregunta: ¿Qué acaso todo el que discrepó con el reinado de Uribe I no era colaborador de las FARC? Esto sin ánimo de eximir a nadie de culpas y sin ánimo de imponérsela a otros pues nada soy para pretender tener la verdad y no tengo evidencias para rebatirla.
El Monarca que tuvo Colombia entre el 2002 y el 2010, Uribe I, promovió una política cuyo único objetivo era erradicar a “los bandidos de las FARC” y vaya que por poco los erradica, sólo faltó lanzar bombas atómicas, después de todo hubiera sido válido, todo con tal de erradicar esa mafia, esa peste, ese mal social, político y hasta ambiental, pues, por si no se habían dado cuenta, las FARC son el ÚNICO PROBLEMA POR EXCELENCIA que azota a Colombia, un país de nadie. Su discurso de reconciliación fue tan efectivo que terminamos peleados con todo el vecindario, de repente éramos el niño “feo” del recreo con el que nadie se quiere juntar, al que nadie le quería hablar. Su Gobierno, evidentemente, fue intachable: Los colombianos pudimos volver a andar por las carreteras, pero eso sí, mucho cuidado a la hora de andar en la ciudad; nuestros periodistas y sindicales tuvieron todas las garantías, simplemente eran espiados y perseguidos; nuestro mayor orgullo era el Ejército Nacional, ellos solamente matan campesinos, violan niños y masacran animales. Muchas otras cosas cambiaron para bien, en el mismo sentido que lo hicieron las que acabo de mencionar. Y ni hablar de la economía, de la inflación, de la institucionalidad, eso ya no es problema en un país como el nuestro, no vale la pena mencionarlo.
Los ministros y funcionarios públicos que pasaron por su Gobierno son personas respetables, iguales a él, son gente de bien y trabajan en pro de un mejor País, eso no se duda; algunos en su desespero por un mejor País firmaron acuerdos como “el pacto de Birmania”, mejor conocido como “el pacto de Ralito”, para cambiar el País ¡Y vaya que lo cambiaron! Otros se dedicaron a exterminar cualquier vestigio de los “bandidos” y “terroristas” de las FARC que “tanto daño le hacen al País”, cabe aclarar que el 99.99% de los campesinos de Colombia son miembros de las FARC porque casi los acaban. Y ni hablar de aquellos que se vuelven la sombra de su jefe, aquél príncipe que planea heredar el Trono pero termina desplazado por un hijo “bastardo” de su papi con el que no contaba. Ah, ése fue el que más trabajó para el desarrollo del País. Por fin alguien que se dignó a hacer la quimérica Reforma Agraria, es que “Uribito” fue el mejor, él era el elegido, si hubiese heredado el Trono se hubiera convertido en Uribe II. Pero como nuestro mediocre País no gusta de campesinos le cobraron la ayuda que éste les brindó en su paso por la caverna agraria.
Andrés Felipe Arias, Uribito, “El Pincher”, de cariño “Mini mí” salió a darse golpes de pecho defendiendo, con un discurso bastante desgastado, la dignidad de un País que en toda su historia aún no sabe qué es tal cosa, qué es la dignidad. Quién lo ve con su corbata, su peinado de político barato y su traje de “dotor” lanzando diatribas contra todo lo que se atraviese, hablando de desquiciado, tirano y dictador; hablando de paz, de la penalización de las drogas y esas cosas de las que él mismo no tiene ni idea. Cuánta infamia y desvergüenza posee este señor, cuanto cinismo junto envuelto en tan inofensiva mirada, ¿Dónde fabricarán la vergüenza para donarle un poco a este señor? Es que refugiar a las FARC definitivamente es más vergonzoso que robarse, de frente, el erario público, es más abyecto que quitarle a los campesinos y al campo las oportunidades, es, de lejos, más degradante que hacerle modestas donaciones a los más pudientes, pues no es suficiente robarse el erario y quitarle a los desvalidos.
Señor Arias, me surge una inquietud, a propósito de su comentario: ¿Qué pasa si somos los nuevos mejores amiguitos de Venezuela? ¿Le incomoda mucho que mantengamos una relación amistosa, cordial, así sea de fachada? Me imagino que prefiere ver a su País enfrentando una estúpida guerra donde al pueblo, sin convocar a guerra, es al que le toca acudir. El pueblo es el que tiene que salir a poner el pecho por los caprichos de sus gobernantes. Supongo que estamos mejor protagonizando una costosa y sanguinaria guerra, la cual casi se logra gracias a nuestro antiguo Monarca, y de haber sido el sucesor me imagino que ya estaríamos en Guerra, comprando costosísimos Tanques y armas.
No siendo más, algo para recordar ya que a la humanidad parecer habérsele olvidado:
Dignidad: Según la RAE, Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse. Cargo o empleo HONORÍFICO y de autoridad.
Vergüenza: Según la RAE, Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.