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martes, 4 de septiembre de 2012

De JuanMa a Timochenko, al Rey del Twitter y a la paz


"En un mundo desencantado, el único camino que queda por recorrer es el de volverlo a seducir", José Cuesta Novoa.

Siempre me he preguntado si este asunto de los brujos, adivinos, chamanes, ¿Qué no son la misma cosa?, sirven para algo. Nunca he acudido a ellos porque les tengo recelo, cómo así que la mitad de los trabajadores informales en el centro de Medellín trabajan para esta gente, y hay que ver todo lo que prometen: recuperar el amor de su vida, componer sus finanzas, encontrar empleo, salud… En fin, con todo lo que prometen, si es verdad que lo pueden hacer, láncense a la Presidencia, ahí serían más efectivos. Pero bueno, iba a decir que no creo en esas historias, solo cuando las escucho, pero me crean la duda, a veces, cuando atinan (compréndanme, crecí escuchando las historias de finca de las brujas que se convierten en animales, que chiflan a media noche, que te convierten en sapo). Por ejemplo, para las elecciones Presidenciales de 2002 salió un señor de estos a decir que ni Sanín ni Serpa serían Presidentes después de que estos fueran los más opcionados, todos se sorprendieron, obvio, si no eran ellos… ¿Entonces quién? Esa fue la parte donde apareció quien sería “el mejor Presidente de la historia de Colombia” (vaya historia) y ganó. Al respecto, me queda la duda si ese señor que se la tiraba de brujo era paramilitar, o algo así, no porque “el mejor Presidente de la historia de nuestro país” tenga relación con esos “bandidos” sino porque como ellos todo lo saben, digo.

Pero bueno, yo iba a hablar de otra cosa. No recuerdo muy bien cuando fue pero en una de esas mágicas sesiones, donde nuestro país, ansioso por conocer su futuro y, paradójicamente, apático por su pasado, le preguntó a un señor de estos cuándo acabarían las FARC y el sujeto responde: “en el 2013 se acabarán las FARC”, eso fue antes del chisme de los Mayas, se imaginan mi confusión… ¿A quién le creo? En fin, suponiendo que a los Mayas los exterminaron y no los dejaron terminar su calendario (supongamos, es algo remoto, nada real), tendría motivos para creer que en el 2013 seguiremos vivos (aunque este mundo anda tan raro últimamente... Eso tiembla en todas partes), por ende, es factible decir que habrá actividad humana relacionada con el fin de las FARC para entonces, la pregunta es, ¿Se acabarán las FARC? Y es pertinente la pregunta después de revisar los intentos fallidos de “paz”, después de entusiasmar al país con este asunto de los diálogos y fracasar sin encontrar culpables, pero bueno, como estamos en Macondo, este país da pa’ todo, literal, tanto así que les prometen paz a costa de las FARC, vaya chiste, pero bueno, el paseo apenas está arrancando así que me lo voy a disfrutar, no empezaré a quejarme, seré una colombiana de bien, de esas que hinchan el pecho cuando escuchan el himno, de esas que abusan de las amígdalas cuando Juanes habla de “la Tierra” y se vuelan de clase para ver competir a Mariana Pajón, seré de ese tipo de colombianos en estos días, lo prometo.

Sin embargo, no por tirarme el paseo, si hacemos memoria, bueno, no se esfuercen mucho, este país ha pasado por los diálogos de los intentos fallidos y aquí seguimos derramando tinta sobre esta cosa amorfa llamada Colombia y sobre esa vaina rara llamada guerra. Y si rememoramos, ¿Cuántas oportunidades de pactar la paz con las FARC hemos tenido?, les recuerdo solo el episodio del Caguán, el de la Uribe y la Constituyente, aunque esta vez es diferente, no despejaron medio país sino que están probando la modalidad del paseo de olla a Oslo y la Habana, sin embargo, no debemos olvidar esos intentos fallidos de diálogos que en otrora fracasaron. Así, cuando revisamos qué pasó, podemos hacer el papel de los irresponsables que escriben la historia y señalan como únicos culpables a los guerrilleros, o podemos ser decentes como Laura Restrepo y reconocer que no tuvimos los pantalones para defender la paz en su momento y que, por tanto, también es culpa nuestra. Por eso, esta vez defiendo las palabras de Timochenko cuando invita al pueblo colombiano entero a defender este proceso. Esperemos que esta vez Enrique Santos no publique una colección de artículos deprimentes titulados “la guerra por la paz” donde dé cuenta de otro proceso de paz fracasado, esperemos que esta vez escriba cosas como “mi hermanito lo logró”, retando al Rey del Twitter a contestarle cosas como “su hermano es un hampón”.

Pero bueno, a JuanMa le dan igual estas palabras, a fin de cuentas él se está jugando su vida, pues, desde que pisó la alcoba principal de la Casa de Nariño supe que buscaba, no solo el lugar de la Presidencia en la historia, sino, en vez de ello, un lugar destacado en la historia, no como su predecesor que parece condenado a quedar al lado de cuanto hampón, paramiltar y delincuente con corbata hay. Desde que escogió a Chávez como su mejor amiguito supe que tramaba algo, ahora sé que es capaz de empeñarle su alma al diablo con tal de marcar la historia. Pero tranquilo JuanMa, ya usted se ganó un lugar excepcional en la historia, qué más quiere, es el primer Presidente "gago" del País y el primero que devuelve una Reforma Constitucional hecha por haraganes para haraganes.

Sin embargo, detrás de tantas flores y optimismo (obvio, yo siempre me tiro los paseos) dejemos algo en claro, las FARC pueden acabarse, bienvenidos sean, pero ¿la paz? ¿Alguien cree que alcanzaremos la paz si las FARC entregan las armas? Esa pregunta no la contesten, algún día “la urna virtual” sabrá hacer su sabia consulta (si es que ya no la hizo), entonces contesten allá, aquí no, no estoy de humor para escuchar un “sí, claro, obvio”, y tampoco creo que se acabe el hambre, la pobreza, la falta de educación ni que aumenten los niveles de vida y empleo porque se acaben las FARC, es más, ¡tendríamos más desempleados! Imáginense a todos los desmovilizados buscando empleo, bueno, mejor no se los imaginen. La cuestión es que aquí la guerra no se acaba con las FARC, mientras exista corrupción,  hambre, desigualdad extrema y uno que otro hampón de lo que está lleno el Congreso, por ejemplo, la guerra será una constante. No habrá paz mientras nuestros campesinos no vuelvan a sus tierras, mientras nuestros niños no vayan a la escuela, mientras nuestra juventud no tenga oportunidades, mientras las Multinacionales se consuman nuestros indígenas y se lleven nuestra riqueza. Ahí sí como dijo Clara López, mientras haya coca hay guerra. Pero bueno, lo destacable de todo esto es que “el mejor Presidente de la historia del país” ya no tendrá un grupo armado para señalar a los sindicalistas, a los estudiantes, a la oposición y, en general, a la gente digna y de bien que no piensa como él.

Finalmente, para decir algo que no pensé que diría, apoyo al Señor Presidente en su empresa, aunque guardo muchos recelos debajo de la almohada, pero eso dejémoslo para cuando las cosas marchen mal, por ahora no dañemos la fiesta y celebremos que, después de mucho andar, volvimos al discurso desgastado de la paz, esperemos que esta vez sí se pueda, de lo contrario habrá que escribir montones de libros, artículos académicos y columnas de opinión, es más, habrá que crear futuros semilleros de investigación que den cuenta del fracaso de este proceso de paz, aunque si se logra, habrá que dedicar más de un semillero, un libro y un artículo a descifrar el fondo del proceso para entender cómo la guerrilla más antigua de América Latina depuso las armas ante el sucesor del “mejor Presidente de la historia de Colombia”, el Rey del Twitter. Por ahora, saquemos nuestra mejor cara de optimistas, como en el pasado lo hicieron nuestros padres y abuelos, hagamos el papel de siempre, de colombianos con fe, y los invito a ello aprovechando que esta vez el circo se ve bien montado, por lo menos esta vez involucraron en el diálogo a los Militares, eso los mantendrá ocupados mirando a ver qué dicen y no hacia dónde disparan, como en antaño, además, no se dio el tropel del despeje, del cese al fuego, de leyes de amnistía, esta vez las cosas van un poco más civilizadas, por lo menos todo el Gobierno le apunta a lo mismo. Yo, en particular, las veo bien, esperemos a ver qué nos depara el destino, en estos casos la historia tiene la última palabra.