Ras tas tás... Tas tás!
Día 0:
6:00 am: Hoy juega mi selección, me pongo la camiseta desde
temprano y sé que vamos a ganar, ya el pollo Alberto, el elefante Zimbabwe y el
pulpo Paul predijeron el triunfo de mi selección. Ayer compré las respectivas vuvuzelas
para hacer mucha bulla y mi hermano trajo una más escandalosa después. Mi papá
llamó anoche y, como se cree de mejor raza y, para colmo de males, brasilero,
me tocó decirle que iban a perder. Mi mamá le dijo que se fuera para Brasil
entonces, y el sólo atina a decir: “Brasil es el penta y se respeta”. Anoche no
pude dormir, me levantaba a cada rato y casi que no dejé que amaneciera cuando
ya estaba encamisetada (claro que tengo diligencias que hacer muy temprano). Mi
mamá me preguntó que si tenía el descaro de ir a juzgados con la camiseta, como
efectivamente soy descarada y una desadaptada innata, le contesté lo obvio: que
si, y efectivamente me fui.
1:00 pm: Se acerca la hora del partido, mi mamá me llama
desesperada porque salió de una cita médica y no consigue taxi, ninguno quiere
parar. Un amigo me llama a preguntar dónde vamos a ver el partido. Mi prima se
aparece con su novio que acaba de llegar de la USA y ya le se le tiene la camiseta
lista para que le haga barra a la selección. Bajo al mall a buscar un lugar y consigo todo lleno. Me devuelvo y les digo
que tenemos que verlo en la casa, de todas formas disponemos de TV decente y
unas mejores condiciones humanas. Ponemos a hacer crispetas, le hacemos mala
cara a una prima que osa aparecerse a ver el partido y no porta la camiseta y
empezamos a sumergirnos en ese mundo.
3:00 – 5:00 pm: Mi cuarto se ha convertido en un mini-estadio. Comienza
a sonar el himno y todos lo entonamos con la respectiva emoción. Escuchamos
atentamente las palabras de Yépes y se nos sube a la cabeza ese amarillo
patrio. Empieza a rodar la pelota y notamos que Brasil nos está acorralando,
sin embargo sabemos que de esas salimos, hasta que… ¡Gol! El silencio invade la
atmósfera, consternados nos miramos y tratamos de consolarnos. La vuvuzela
suena de vez en cuando, más que todo la entona mi mamá porque cada que gritamos
por alguna jugada mal hecha, y nos llevamos las manos a la cabeza porque pudo
ser gol, mi mamá cree que fue gol. Por el lado de ella, a juzgar por los goles
que cantó, Colombia ganó como 5 a 2. Peleamos con el árbitro cada dos minutos,
vamos sumiéndonos en lo más profundo de nuestra tristeza. El segundo tiempo
comienza y se ve otra selección, ya juegan como mi selección. Presentimos que
todo será cuestión de tiempo… le vamos a empatar y remontaremos en cualquier
momento. Y llegó el gol… ¡Yépes, mi Yépes! Me golpeé la cabeza y todo del
brinco que pegué, mi mamá dejó de tocar la vuvuzela media hora después, ella no
entendía que nos habían anulado el “gol”. Y bueno… pasó lo inevitable… como
vieron que los pobres brasileros iban a quedar sin uñas, figuró inventarse una
falta y sacar amarilla para poder buscar el segundo, es que eso de 1-0 es muy
peligroso, con la ofensiva que llevaba Colombia en ese momento, ¡Qué riesgo! Las
caras largas no se hacen esperar, nos dan ganas como de tirar el TV al suelo de
la impotencia pero sabemos que después nos vamos a arrepentir. Llega el penal
que cobra James y medio nos devuelve la ilusión, el problema es que ya falta
muy poco tiempo y bueno… Neymar hace otro de sus numeritos y le gritamos que se
pare, creemos que no nos entiende porque se lo estamos diciendo en costeñol. Al
rato dicen que se lesionó… tan delicado el Marymar ese…
5:01 pm…: Mi James, mi James está chillando. El españolete ese
pita que se acabó el partido y mi James está chillando. Mi Pékerman se ve
desconsolado, mi Ospina está llorando… ¡Qué tragedia! ¿Dónde está el sancocho del tal pollo Alberto ese?
¡Lo de Yépes fue gol! ¡Lo de James no fue amarilla! ¡El tal arbitraje no existió!
Día 1:
6:00 am: Me iba a levantar dizque a trotar, pero el despecho
me pudo más y me puse a leer, no fui capaz de salir a correr. Miro la camiseta
y me deprimo más, no lo puedo creer.
10 am: Me puse a organizar el cuarto, agarré esa carpeta de música
de Carlos Vives y ¡hágale al despecho!
1:00 pm: Llamaron dizque a sonsacarme, pero me pudo más el
despecho.
4:00 pm: Agarré a mi mamá y a mi hermano y vámonos de compras,
esto está muy deprimente ya. Nos sumergimos en el maravilloso mundo del
consumismo y eso casi que no queda éxito ni centro comercial en pie, ahí nos
repusimos un poquito. Escuchamos los gritos y subimos corriendo a ver los
penaltis de Holanda vs Costa Rica… Eliminado Costa Rica: comamos chocolate para
la depresión, esto está muy fuerte ya.
8:00 pm: Inventé ver película y puse a chillar a todo el
mundo, que dizque era “muy fuerte”, y eso que apenas les puse 12 años esclavo.
…: Las vuvuzelas están en la mesa… ¡Lo de Yépes fue
gol!
Día 2:
7:00 am: Amaneció con el chantaje de rigor de mi mamá: “ya me
voy hoy”, esa es la parte en la que uno accede a cualquier petición de ella,
porque la nostalgia del “ya se va” comienza como a revolver todo.
12:00 M: Por andar en la calle con mi mamá no me vi el
viacrucis de la selección, o bueno, me lo vi por partes… James papacito, Miñía
se mueve como bien, Ospina papacito… Y así… Salga y busque almuerzo, caemos en
cuenta que la señora no hace almuerzo hoy.
4:00 pm: Mi mamá se va… Empieza el de “aquí para allá” y bueno…
a chillar.
4:05 pm: Mi mamá se fue. Triple depresión (Sí, ¡Soy una mimada!...
¡¿Y qué?!)
…: Las vuvuzelas están en la mesa ¡Lo de Yépes fue
gol!
Día 3:
6:00 – 11:59 am: Comienza otra semana inclemente… A pasear por los
juzgados, a entregar memoriales, a dar cuenta de los casos, mejor dicho, a
reanudar la vida con ese sentimiento de viudez. Salgo a la calle, miro a todas
partes… ¡Qué desolación!
…: ya guardé las vuvuzelas… ¡Lo de Yépes fue gol!
Día 4:
…: Me parece muy mal hecho que todos estén esperando
el partido de Alemania, hoy jugaba mi selección, ¡yo tendría que tener la
camiseta de mi selección puesta en este momento! Señora María… ¿mi camiseta? -No
la he lavado, como ya es para guindar… (Suspiro) ¡Gol de Yépes! Ah, verdad que
lo anularon, pero era gol.
3:00 – 5:00 pm: Con la nostalgia de que no era tarde cívica me perdí
los primeros minutos del partido, y alcancé a llegar corriendo cuando escuché a
lo lejos el primer gol. Admito que me alegré cuando vi a los alemanes corriendo
y celebrando, entonces rodé mi silla y me perdí entre los espectadores. La
profesora con la que teníamos asesoría se nos sentó al lado a pretender hacer
asesoría e interrumpirnos el partido. Le comunicamos amablemente que no éramos
sujetos racionales en ese momento y entonces… ¡Gol! ¡Segundo gol! Y cuando
creíamos ver la repetición del segundo gol, resulta que era el tercero, y
cuando creíamos que estaban repitiendo el tercero, resulta que era el cuarto… Y
etcétera ¡¿Yo qué hago sin mi camiseta?! Ah, verdad que Colombia no está jugando y que no tengo la de Alemania. La profe como que hablaba por allá, de vez en cuando la mirábamos y
veíamos que gesticulaba algo, nos mirábamos entre sí y nos hacíamos cara como
de… ¿Qué estará diciendo? Ella también estaba como que hablando de fútbol, pero
bueno… y se acabó el primer tiempo. Le dijimos que la atendíamos 15 minutos,
entonces ella accedió y evacuamos la asesoría. Y el segundo tiempo empezó, a
esas alturas mi marcador ya iba en 8-0. La gente se fue aglomerando y éramos
los más alemanes de los colombianos. Llegaron otros 2 goles y sufrí mucho
cuando NOS HICIERON el gol. En ese lapsus de tiempo me escribió un amigo que
sabe lo furibundamente hincha de Brasil que es mi papá, al cual le estaba
marcando desde el tercer-cuarto-quinto gol y tenía el celular en buzón. Quise llamar
a mi mamá para que me lo pasara y devolverle la burlita del viernes, pero después pensé que podía ser
que no estuviera en casa.
5:30 pm: Como mi operador de celular es super oportuno, me
llegó un mensaje notificando que mi papá ya tenía el celular encendido. Me dijo
aló y lo primero que le dije fue… ¿Brasil
es el penta y qué…? Y el muy descarado, en vez de hacer silencio, ¡o colgarme!,
contesta del otro lado de la línea diciendo: ¡Y se respeta! Empezamos una discusión
bizantina en la que él solamente rememoraba la trayectoria futbolística de Brasil,
me tocaba recordarle cada 10 segundos que ya ni Pelé, ni Ronaldo, ni Kaká
jugaban en la selección del verdeamarela. Entonces se hacía el digno cuando se
sentía acorralado y decía que el fútbol es así, que “a veces se gana y a veces
se pierde”, entonces yo le remataba la frase con un “es cierto… pero SIETE”. Me
increpaba porque yo le sostenía la tesis de que nos robaron el partido,
entonces me respondía diciendo que no. En medio de la conversación me preguntó
que si lo llamé para eso, y le contesté que ¡Claro!, ¿para qué más en ese
momento? Entonces lo noté super digno y resignado… al rato me enteré, de cuenta
de mi mamá, que cuando hicieron el segundo-tercer-cuarto… gol apagó el
televisor con rabia y se fue para la calle. No había terminado de bajar las
escaleras y ya iban por el quinto gol. 1, 2, 3, 4, 5, 6... ¡¿Cierto que Müller no ha hecho más goles?! Colombiano que se respetara en ese momento pedía por más goles, pero no de Müller.
Suspiré profundo y entonces… ¡Lo de Yépes fue gol! Y como
aquí el gol se baila… Ras tas tás - tas tás…
Día 5: Se apareció un psiquiatra alemán y hoy amanecí como
mejor. Todavía duele pero va sanando… algún día sanará, por ahora está muy
reciente… Me recomienda un té alemán y me sienta como bien… ¡Lo de Yépes fue
gol! Por ahí vi las vuvuzelas.
ACLARACIÓN: Si tal vez mis palabras suenan a venganza, y si tal
vez confunden mi apoyo a Alemania con el hecho de que mi selección haya sido
eliminada a manos del rival que derrotaron los germanos, quisiera manifestar
que no es así, ¡Cómo se les ocurre! Se trata solamente de una reciprocidad: mi
amigo alemán le hizo barra en todo momento a Colombia. Yo, por simple gratitud,
le hice barra a su país. ¡No vayan a creer que es por otra cosa! Ras tas tás...