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domingo, 27 de octubre de 2013

La Pesadilla de la Reforma a la Salud



Tuve una pesadilla, y fue horrible. Me vi llegando al médico con un fuerte dolor de uña y le suplicaba, le rogaba, le imploraba que me recetara cualquier cosa, aunque fuera acetaminofén, que hiciera algo porque el dolor de uña me estaba matando. Noté que me miraba con desdén y entonces empezó a explicarme que no podía, que eso no lo cubría el POS porque en la última reforma a la salud sólo habían dejado los medicamentos que más demandaban los colombianos, y como todos le hacían mala cara al acetaminofén decidieron sacarlo. ¿Y un ibuprofeno? Pregunté. No, ese también salió del POS por la misma razón, siempre lo recetaban y los pacientes no se lo tomaban porque no le tenían fe, y ahí fue cuando recordé el montón de veces que me lo habían prescrito y que ni siquiera lo reclamé.

¿Entonces qué recetan aquí? Pregunté desesperada, mientras mi dolor iba en aumento. El médico alzó la vista por un segundo, frunció el seño como quien trata de recordar algo, dejó de chatear con sus amigos en facebook, y me respondió que con mucho gusto me aplicaba una inyección, que estaba en el POS, pero que el último Director del Hospital, que no aparecía hacía un mes y se creía que estaba huyendo porque estaba siendo investigado, se había llevado todo el dinero.

¡Es un cínico! Grité visiblemente alterada, mientras daba un golpe en seco sobre el escritorio con la otra mano, la que no me dolía. El médico me explicó que el Director financió la campaña del último Gobernador electo y, como éste último lo había nombrado, el Director vació las arcas del hospital para pagarse la deuda multimillonaria que había dejado el Gobernador después de que éste huyera, tras ser perseguido por la Fiscalía luego de que el Tránsito lo sorprendiera manejando después de haberse tomado una cerveza, pues, las sanciones las habían endurecido a tal punto que a quienes sorprendieran en ese estado los someterían a la pena de muerte.

Me quedé pasmada, miraba hacia todas partes tratando de encontrar una solución a mi dolor. Traté de respirar profundo, dicen que eso ayuda con el dolor, pero no es cierto. El médico siguió imbuido en el computador, lo que me causó un ataque de ira y terminé por gritarle: Deje de chatear en facebook, respéteme por lo menos, atiéndame así sea que nos pongamos a conversar sobre la telebobela de anoche. Entonces me respondió que ya no estaba chateando porque mis gritos no lo dejaban concentrarse, ahora estaba jugando solitario.

¿Y es que aquí no trabajan? Le pregunté alterada. Qué más quisiéramos nosotros, me contestó. Algunos tenemos disposición para trabajar pero es que ya no hay casi clientes, y a los que llegan, como usted, no podemos atenderlos porque no hay nada. Se quedó dubitativo unos segundos y prosiguió… ¿Sabe? Si en mis tiempos hubiera existido esa carrera nueva que están ofreciendo todas las universidades ahora, “administración funeraria”, créame que la hubiera estudiado, pero como mi familia siempre fue de médicos y vivió bien, creí que la historia se iba a repetir en mí, y ya ve, no pasó. Mi hijo sueña con ser sepulturero y tengo un sobrino que está haciendo un máster en remoción de escombros, desde la tragedia esa de Space ese cuento como que se volvió rentable.

¿Y entonces, de qué viven los médicos? Le pregunté asombrada. Me miró fijamente, con mucha nostalgia, y comprendí, por la tristeza de sus ojos diáfanos, que habían caído más bajo que los profesores de escuela, a quienes paulatinamente les fueron quitando privilegios para volverlos unos gamines más. De repente mi uña comenzó a dolerme mucho más y pegué un grito… Entonces me desperté sudada, con la respiración entrecortada, temblando del miedo.

Me senté en la cama, miré la hora y me quedé pensando en la magnitud de la pesadilla. Vislumbré el futuro por un instante y corrí al computador. Envié solicitudes a la NASA para que me aceptaran en el grupo ese de personas que se van para Marte y vi, con angustia, que el proyecto había fracasado, que la segunda convocatoria que aspiraban hacer ya no iba a ser posible porque tuvieron muchos inconvenientes en Marte. Entonces me dijeron que les parecía muy curioso que una colombiana les hiciera la solicitud, pues, justamente cuando les comunicaron a las personas que había que regresar a la Tierra los colombianos se negaron rotundamente y armaron un sindicato en Marte, exigiendo el respeto a su derecho a una vida digna, a sabiendas que se iban a quedar totalmente desprotegidos en Marte.

Twitter: @MaJiPaBe

4 comentarios:

  1. hasta que pude! nuevamente felicitaciones, lo publique en twitter, y gusto mucho!

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  2. Ingenioso, esto es la realidad colombiana, no está muy lejos de la verdad.

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  3. Excelente post... totalmente cierto mientras se continue viendo la vida como un negocio poco importara lo que se haga por que desafortunada mente la vida no es rentable...

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