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sábado, 8 de marzo de 2014

El voto ebrio



Como toda tragicomedia en nuestro país, y en medio del folclor que nos caracteriza a la hora de hacer cualquier cosa, el tema de la ley seca previo a elecciones no se salva. Por estos días ruedan por las redes sociales toda clase de burlas a la ley seca que impera en víspera de las elecciones. El asunto se trata de garantizar el “orden público”, una expresión tan inasible que, hasta el día de hoy, todavía no sé de qué se trata. Ni siquiera los expertos saben qué es, ¿alguien sabe a qué se refiere la ley cuando dice “la moral”, “las buenas costumbres” y “el orden público” en COLOMBIA? Yo no.

Si el voto fuera obligatorio, que debería serlo, tal vez se entendiera la ley seca como una medida para evitar la resaca y garantizar que todos vayan a votar. Pero bueno, aquí seguimos tratando de deducir, con base en la realidad, que lo que buscan es que la fuerza pública se ocupe de organizar a las personas en los lugares donde van a repartir la lechona, el sancocho de gallina y los tamales a cambio de un voto, y no persiguiendo borrachos ni haciendo comparendos. En el mejor de los casos, tratando que las personas no cobren dos y tres veces los $20,000 que les prometen a cambio del voto.

En fin, es tan complejo este asunto de para qué una ley seca si, por lo general, aquí beben y beben y solamente atropellan gente, se agarran a los puños (de vez en cuando con puñal en mano), y terminan llenándole los bolsillos a los productores de gatorade. De lo anterior, lo único que se altera como consecuencia de la ley seca es que bajan las ventas de gatorade.

Pero seguimos en las mismas… ¿Para qué la ley seca? Siendo un poco más románticos, pensando más en la moral, las buenas costumbres y bla, bla, bla…, esas cosas que les dije que no entendía, podría decirse que la medida de la ley seca busca tener una población ampliamente sobria y lúcida que vaya a las urnas a elegir a esos ciudadanos (“y ciudadanas”, para seguirle la corriente a Petro y a Fajardo) de bien que tanto le aportarán al país. Pero definitivamente esa no es la razón, el voto sobrio no tiene ninguna relación con elegir bien.

Y es cierto, si hemos votado sobrios todo este tiempo y los resultados han sido tan nefastos, de pronto metiéndole alcohol a la cosa se nos olvidan los $20,000 que nos dieron para votar por el malandro de turno, quizás con una resaca encima se nos olvida el nombre de esos partidos políticos por los que NADIE, ni siquiera las personas allegadas a los candidatos, debería votar. Tal vez, después de una rumba de esas carnavalescas, en medio de la cordura de un guayabo, con la sensación de “no volver a beber”, tomemos la decisión de no volver a elegir mal.

Deberíamos, entonces, hacer una acción popular para tumbar esa medida. Implementemos el experimento a ver cómo nos va, no nos dejemos amedrantar. No es justo con los señores de bavaria, ni de gatorade, no es justo con esos sujetos que se ganan el pan de cada día a costa de asaltar borrachos. No es justo con esos taxistas que se tienen que aguantar la perorata de bobadas que dice un borracho en el camino a casa, cuando el señor del taxi se encarta porque el pasajero ni siquiera recuerda dónde vive.

¡No es justo! Levantémonos en contra de todas estas injusticias y exijamos, con base en el artículo 16 de la Constitución, el voto ebrio, por aquello del libre desarrollo de la personalidad.

@MaJiPaBe

domingo, 2 de marzo de 2014

No botes tu voto


En chiste (creo yo que es chiste, o eso espero), algunas personas con las que toco el tema de los candidatos al congreso y, como es de esperarse, les propongo la candidata que apoyo al senado, a Claudia López, muchos me dicen: ¿Y qué te ofreció? ¿Qué me ofrece? Con la misma sonrisa socarrona, pero muy en serio, les contesto que precisamente porque no me ofreció nada es que voy a votar por ella, porque el primero que pretenda comprarme el voto se queda sin mi respaldo.

Siempre he tratado de guardar distancia con los políticos, sobre todo esos de la vieja guardia, o los que tienen una trayectoria manchada de cuanta indecencia se atraviesa. No acostumbro a defender candidatos, o al menos a los que defiendo siempre pierden. Me cuesta creer, me he vuelto una escéptica anclada en los viejos casilleros, los miro a todos con recelo, y aún así el mundo sigue su curso, el congreso de todas maneras se elige. Crea o no, apoye o no, los mecanismos electorales no van a cambiar, o por lo menos no en el corto plazo, y entonces me digo, hay que apostarle a alguien así se ahogue, qué importa. De todos modos tengo EL DEBER, más que el derecho, de votar, pues, en mi opinión, el abstencionismo es otra manera de corrupción. No es justo que la humanidad haya gastado siglos, vidas y esfuerzos para conseguir el sufragio universal como para simplemente quedarnos sentados a ver qué ocurre.

Si bien es cierto que en materia presidencial estamos en una encrucijada como nunca, no ocurre lo mismo en materia de congreso. Tenemos personajes decentes por los cuales votar, ya depende de nosotros si botamos el voto, si elegimos a los mismos de siempre, si de verdad cualquier dinero que prometan a cambio de votar por ellos vale más que el devenir de nuestro país. Por ello, después de hacer un análisis, pienso que Claudia López es la opción más viable porque, en primer lugar viene de la academia, con análisis y hallazgos sumamente importantes (parapolítica) y, además, ha tenido la valentía de desafiar las grandes mafias de este país.Y me atrevería a decir, sin temor a equívocos, que el Congreso que se avecina es crucial, debe darnos cuenta de la reforma a la justicia, a la salud y a la educación, por lo menos, ¿les parece entonces que no debemos preocuparnos por elegir bien?

Uno de los principales retos, antes de esperar que los corruptos cambien, es cambiarle las reglas de juego. Castigar a los que efectivamente nos castigan con sus leyes absurdas. Sin embargo, soy consciente que en el país uno de los mayores problemas es que gran parte del electorado vota con hambre, lo que lo vuelve vulnerable ante esas mafias andantes que a su paso compran el voto. Y es ahí a donde llegamos y encontramos una pared maciza, pero no inquebrantable. Tenemos que encontrar la manera de quebrar estos círculos de corrupción… una sutil propuesta, para generar la duda, es que el voto es secreto, y como tal en la urna podemos votar por cualquiera.

Para reforzar esto es necesario que:
1.- Las personas se concienticen de que no por haber recibido dinero TIENEN que votar por el que les suministró dinero.
2.- Los testigos electorales, que podemos ser cualquiera de nosotros, debemos comprometernos con la veeduría, a fin de velar para que no se presenten irregularidades, y así generarle confianza a aquéllos que se sienten en la obligación de votar por el que “le compró” el voto

Así, pues, queda claro que tenemos el poder en nuestras manos, nos hace falta más compromiso. Y con respecto al voto presidencial, yo sigo en mi angustia de no saber qué hacer, y a la vez, en la irresponsable posición de votar en blanco, porque por muy digno que sea, no sirve de mucho ante una mafia tan bien montada como la nuestra.

Para ver: https://www.youtube.com/embed/R-O7BeHiII0

Twitter: @MaJiPaBe