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viernes, 3 de febrero de 2012

¿Perdón? En mi nombre ¡NO!, señor Presidente

Hace algunos días vimos la tierna imagen de nuestro Presidente pidiendo perdón, ¿hay algo más tierno que eso? Vi el alboroto y no me detuve, pensé simplemente apoyar al gobierno, pues, ¿hace cuánto no nos pedían perdón sincero por todas las barbaridades que nos ha tocado soportar? Ni me detuve a ver qué era, pues, no les alcanza esta vida ni la otra para pedir perdón por todo lo que han hecho, además, nuestro señor Presidente tiene muchas cosas por las que pedir perdón, que empiece por los “falsos positivos”, que siga por la hilarante declaración que hizo cuando fue Ministro de Hacienda de Pastrana, con respecto al salario mínimo del momento, irrisorios 309,000 pesos en 2002: "no entiendo por qué la gente se queja tanto si alcanzan perfectamente", hasta para ahorrar quedaba, según sus cuentas; que continúe con el engaño que les hizo a los Uribistas, el de comprometerse a cuidar los "tres huevitos", y así, que prosiga con la interminable lista que existe.

Y es que yo, que solía comportarme como un ser resentido, ahora estoy segura que debemos perdonar, sí, lo he aprendido en múltiples espacios. Desde la moral cristiana, pasando por la ley del perdón de Amartya Sen, hasta llegar a la paz interior que da el hecho de liberarse de todos esos odios guardados. Hay que perdonar, hay que perdonar… no sé si “setenta veces siete”, pero hay que hacerlo, así sea por simple tranquilidad. Como sea.


En fin. Con respecto a esta sutil muestra de arrepentimiento, algunos despotricaron, indignados, ante tal atentado contra la llamada dignidad. Pero… ¿cuál es el alboroto? Casualmente, entré en ese momento a una conferencia sobre la constitución del 91 y escuché, por un lado “Santos pidió perdón”, por otro “Palacio de Justicia”, seguidamente, “Militares”, por otro lado “Belisario Betancur”. Había muchos cabos sueltos, pero posibles de atar. Analicé rápidamente la circunstancia… ¡Claro! Junté las partes y pensé… Santos pidió perdón en nombre del Gobierno de Belisario Betancur y los Militares por lo del Palacio de Justicia. Ya está, ¿Cuál es el escándalo?


Sin embargo, a medida que los minutos pasaban y cambiaban de temas yo seguía dándole vueltas al asunto… “Belisario” + “Palacio de Justicia” + “Militares” + “perdón”. No ha de ser tan simple, si así fuera, ¿Cuál es el escándalo? En ese momento me resigné, estaba muy bueno el foro. Cuando salga miraré, pensé, y así fue. Me dispuse a indagar el episodio y encuentro semejante barbaridad… Resulta que yo, por ser colombiana, le acababa de pedir perdón a los Militares y a Belisario Betancur por la retoma del Palacio de Justicia, por el acto heroico en defensa de la democracia que protagonizaron en conjunto el 6 y 7 de Noviembre de 1985.


¡Qué barbaridad! ¿Cuándo rayos me pinté yo en este plan? Sentí una profunda vergüenza por mí, me deprimí, me ofusqué, me petrifiqué. ¿Cómo así que el Señor Presidente habló por mí? A mí nadie me consultó, yo no estoy de acuerdo. Mi angustia crecía con el transcurrir de los minutos, empecé a comerme las uñas. Pensé esconderme, no salir más nunca, dejar de decir que soy colombiana, empecé a ensayar otros acentos, me propuse firmemente aprender otro idioma y todo, a fin de cuentas, no solo iba a necesitar un papel, necesitaba toda una identidad.


Pero fracasé, lo confieso, no me gusta el mandarín, del italiano me gustan los italianos, del francés la Torre Eiffel, del inglés me gusta el Big Ben London y Shakespeare, del alemán Günter Grass, del irlandés Cecilia Ahern y James Joyce, del portugués Cristiano Ronaldo… Y así. Además, de Argentina me gustan los argentinos, de Chile Pablo Neruda y Gabriela Mistral, de México Octavio Paz, de Perú Machu Picchu, y así… Fracasé, no encontré albergue completo, pues, de mi país me encanta mi vallenato, Gabo, mi yuca con suero, mi sombrero vueltiao, mi gente, mi Tierra, además, me gustan los hombres sabaneros, los santandereanos y los caleños… En fin. Como verán, no encontré asidero en el mundo, figuró ser colombiana.


Entonces comprendí que como no podía huir tampoco podía esconderme, por lo menos no para siempre. Recordé entonces que los colombianos tenemos una memoria poderosamente cortoplacista… es cuestión de unos días, ya se les olvidará, me tranquilicé. Aborté el pánico y seguí leyendo, quería ver si debía preocuparme por haber dicho alguna otra cosa. Pero no, nuestro Señor Presidente no dijo mayores cosas de más, solo Plazas Vega, ese señor que tanto dolor de cabeza nos ha dado.

"Yo no estoy pidiendo perdón ni lo voy a aceptar. Estoy pidiendo justicia, que es diferente"… Con esta frase me encontré y ahora sí no aguanté más, rompí en llanto. ¿Que pide justicia? A ver, definamos justicia: Dícese, según Plazas Vega, de la impunidad. Y es que eso es justicia en el país, se ha vuelto recurrente esa definición últimamente. Supongo que se tomó muy a pecho el perdón que le pedimos señor Alfonso, ¿quiere que le ratifiquemos nuestro arrepentimiento por señalarlo? Pues respóndanos por los sucesos del Palacio, respóndanos por las muertes y torturas suministradas por el Ejército en ese episodio, respóndanos por el incendio del Palacio, respóndanos. Después de lo ocurrido, ¿todavía cree que de verdad estaba defendiendo la democracia? Y definamos democracia, dícese, según Plazas Vega, la combinación de todas las formas de lucha. Y si no quiere pedir perdón, por lo menos no pida su absolución invocando “justicia”, no tergiverse las cosas, no lo haga.

Quizás los perdonemos algún día por grotescas actuaciones, quizás, ¿Pero por el cinismo? No sé, quizás. Es hora de empezar a enfrentar las situaciones, es hora de poner la cara y, si por orgullo no pide perdón, al menos por vergüenza no pida “justicia”. Y no es que esté defendiendo el acto bandálico del M-19, simplemente destaco que no tenían por qué rebajarse al nivel de ellos, mucho menos desaparecer tanta gente inocente. Yo por mi parte, en mi nombre, y de los que quieran adherirse, le pido perdón a todas las víctimas del Palacio de Justicia, lamento profundamente este suceso, es triste. Invito a que nos perdonen y perdonen a nuestro Presidente, a este señor, Plazas Vega, perdónenlo, por favor, “no sabe lo que hace”. Es hora de acatar los fallos de las competencias judiciales nuestras.