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jueves, 25 de abril de 2013

De moralistas e hipócritas: Una mirada al matrimonio entre personas del mismo sexo





Que los homosexuales quieran acceder al matrimonio, creo yo, no es una forma de querer vestirse de gala, repartir flores y recibir regalos, pues, a mi modo de ver, no existe una institución más conservadora y goda que el matrimonio, y a la vez, no existe una visión más liberal y anti conservadora en el mundo que el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo. La cuestión no es tan sencilla, no es que ellos simplemente quieran ampliar la foto matrimonial y ponerla en el lugar más visible de la casa, ¡No!, se trata de una serie de derechos que, por ley, se adquieren apenas se firma el contrato de matrimonio, algo tan difícil de entender para la sociedad.

¿Cómo es posible que alguien que comparte su vida con otro no tenga derecho, al final, a heredar lo que, por ley, le corresponde a quienes ostentan la calidad de cónyuges?, ¿Cuál es la diferencia? ¡Ninguna!, pero ahí está pintada la vetusta y obscena sociedad que tenemos, hipócrita por naturaleza. Saben pedir muchos derechos a la hora de invocar salud, educación, trabajo… ¡Libertad!, pero son felices violentando los derechos de los otros, ¿En qué se basan para prohibir el matrimonio entre homosexuales?, ¿En la inmoralidad?, eso me suena a un dicho: “El burro hablando de orejas”, a propósito de las cátedras de moralidad del Congreso, el recinto más inmoral del país. Por suerte la Corte Constitucional ha avanzado en aspectos como el reconocimiento de la pensión al compañero del mismo sexo y otros asuntos nada despreciables, pero falta más, mucho más.

Y si la cuestión fuera de religión, ¿Cuál religión?, ¿Se les olvida el libre albedrío?, ¿Acaso van a impedir que los homosexuales sigan siendo homosexuales por negarles el matrimonio?, es tan absurdo decir que permitir el matrimonio del mismo sexo es fomentar el homosexualismo como decir que permitir el divorcio es fomentar la desunión familiar, ¿Acaso la figura del divorcio fue aprobada para fomentar la destrucción de las familias?, yo creería que más bien fue para promover la libertad, en aras de que quien no quisiera seguir unido en matrimonio con otra persona tuviera la opción de liberarse de ello. Y se divorcian una, dos, tres veces, a sabiendas que va en contra de la moral cristiana, pero se escandalizan con el amor de las parejas del mismo sexo, como si el amor tuviera idioma, color, raza, edad.

Si las leyes definieran la realidad este mundo no tendría problemas, una cosa es que esté prohibido matar y otra muy distinta que no maten, hay un gran abismo entre las leyes y la realidad y Colombia, el país del Sagrado Corazón, no ha podido entender, en cientos de años de historia, que aquí las cosas no se arreglan por ley, si de eso se tratara viviríamos el paraíso que nos pinta la Carta Política, por ejemplo. Aquí no hay un problema de moral, aquí lo que hay es un montón de enfermos mentales que no lo reconocen, y mantienen vomitando todas esas limitaciones con cada palabra, con cada incoherencia.

No seré hipócrita, y no lo seamos todos, admito que me asusta la idea de que un hijo mío salga homosexual, igual que me asusta que salga delincuente, con deformaciones, retraso mental, etc., y aclaro, no estoy equiparando el homosexualismo a una enfermedad, simplemente, seamos realistas, nuestra visión de la vida y del mundo es lineal, así nos lo enseñaron. Soñamos con tener a nuestros hijos, llevarlos de la mano su primer día de escuela, sacarlos a pasear, verlos crecer, graduarse del colegio, de la universidad, casarse, tener nietos y toda esa clase de cosas que transcurren sin sobresaltos y no se salen del margen (qué miedo, parezco toda una mamá ya).

También tengo mis posturas de todo tipo, éticas, religiosas, morales, si es que no son casi la misma cosa. No obstante, pese a todo ello, soy consciente que no podemos seguir por la vida decidiendo la forma de vivir de los demás. Considero que, pese a que no es lo más normal del mundo, son personas, seres humanos, y como tal, merecen trato de seres humanos. Conozco homosexuales y sé, por sus relatos, lo mucho que les ha costado a muchos de ellos admitir que son homosexuales, aceptarse a sí mismos. Tras de eso cargan con la familia, las “amistades”, la religión, la moral y, no contentos con todo eso, cargan con el desprecio de la sociedad.

Nos jactamos de un país libre, pluralista, diverso, pero mantenemos escondidos bajo el manto de lo que, a nuestra manera, nos da la gana de decir que no es correcto. Y quien los ve, asombrados a diario frente a la televisión porque un padre mató a sus hijos, una madre los vendió, el esposo mató a su mujer o simplemente los hijos mataron a sus padres; arrugan la cara e invocan todas las vírgenes que se saben (a propósito, no sé de dónde salieron tantas) y el domingo los ven en misa, dándose golpes de pecho de la hermandad, solidaridad y amor, dando cátedras de amor por el prójimo, de ayuda y compasión y viven el día a día en medio de odios, segregaciones y discriminación. Si eso no es ser hipócrita, mezquino e incoherente, no tengo idea de qué cosa signifiquen esas palabras entonces, por algo existen, alguien tiene que hacer el papel, nos tocó a los colombianos.

lunes, 15 de abril de 2013

De Izquierdas, Derechas y Delirios





Ayer fue un día traumático, no porque fueran las elecciones en Venezuela sino porque era día de hacer mercado. Me levanté, peleé con mi hermanito para que se apurara, me dio mal genio porque me tocó desayunar frutas (no había más nada, ¿por qué creen que era urgente hacer mercado?) y, para colmo de males, agarró a llover después. No pintaba ser el gran día, pero ¿quién dijo que los domingos son un gran día?, sobrevivo cada domingo. En fin, llegué de hacer compras y me instalé en ese mágico mundo de la prensa, donde se encuentra de todo, desde el que divaga y divaga en un mundo que no comprende hasta el que resuelve los problemas de la humanidad a punta de teorías inoperantes, o por lo menos muy hippies para mi gusto. Algunas veces me parezco a los primeros, otras veces a los segundos y, en otros momentos, me pierdo en mi misma.

Pero bueno, los domingos se encuentra de todo, y no solo en la prensa, pareciera como si fuera el día dedicado a reflexionar sobre el mundo y sus males ya que facebook se satura a punta de cada elucubración de sus usuarios y comienzo a preguntarme ¿éste por qué dirá eso y aquél por qué dirá esto? No se preocupen, yo también digo muchas incoherencias y termino haciéndome mis propias preguntas: “¡Mi misma, ¿Qué es esa estupidez que acabas de decir?!”. Y ahí comienza de nuevo esta historia, divago y divago hasta que cambio de tema y termino por sucumbir a la música, cualquier libro o simplemente un buen capítulo de “Big Bang Theory”. Ayer, a propósito de las elecciones en el vecino país, los twitteros y facebookseros no pararon de escribir, de publicar, de alardear, de despotricar, a propósito, no sabía que hubiese tanto analista político en este país, me sorprendieron muchos. En fin, ayer fue un domingo de esos en los que me preparé una gelatina y le eché el tarro de lechera para sentarme tranquila a seguir la jornada electoral de Venezuela.

Aguardé impaciente al cierre de las urnas, me reí mucho de cuenta de los chistes que generaba la larga espera a la que fueron sometidos los resultado y, al final, el veredicto que casi todos sabíamos cuál era pero que muchos esperaban cambiar. Supe los resultados, me acosté, y desde entonces no he parado de decir, cada que me acuerdo, veo una imagen o escucho un comentario: “¡Qué robo!”. No porque me conste, pero igual, cada que gana alguien que no nos simpatiza recurrimos a eso. A propósito, esperaba que ganara el voto en blanco, soñé con eso por unos microsegundos pero me tocó despertar, el señor Voto en Blanco no puede gobernar más de lo que ha gobernado todo este tiempo en Venezuela, era hora de elegir a alguien, ¿Pero a quién?

Admito que el Capriles ese me parece sexy, aunque no me he dejado seducir, desde que sea amiguis de Uribe y éste rettwitee algo de Capriles difícilmente va a entrar en mi reino, ¿Qué son esas amistades Henriquito? No porque Uribe sea de la ultra extrema derecha sino porque me parece tan oportunista, incoherente e indigno que no cabe en mí reino. Pero a decir verdad me repugna tanto el discurso de este otro señor que me produjo cierta desazón saber que ganó, o bueno, que supuestamente ganó. Y mi pecado fue manifestarlo, hice eco de mi inconformismo ante ciertas situaciones y terminé atacada. Pero lo que me llamó la atención no fue el ataque, eso es normal, es una condición humana, lo que llamó mi atención fue que alguien me tachó de “torcida”, ¿No que era de izquierda? Me increpó, a lo que tuve que contestarle que yo era cualquier cosa pero no apoyaba corruptos.

Nunca he entendido ese afán de las personas por inscribirse en una línea política, dándose golpes de pecho: ¡Soy de la izquierda!, ¡Soy de la derecha!, pareciera como si estuvieran hablando en términos que, anteriormente, dieron pie a muchas guerras: ¡Soy conservador!, ¡Soy liberal!, en fin, no hay mucha diferencia. Pueden ubicarse donde quieran, incluso en el panteón, que si las ideas y los mensajes son incoherentes, nada que hacer.

Muchas personas me ubican en la izquierda, quizás porque hago reparo en cada cosa, voy un poco más allá de la simplicidad con que resuelven los problemas: enunciando artículos; y tal vez porque siempre me opongo a los gobiernos de turno en Colombia que, para acabar de ajustar, son de derecha. Algunas veces hago bromas al respecto, me coloqué una esclava en el pie derecho y dije que era ahí para someter mi derecha, para no incurrir en las obscenidades de la derecha.

De otro lado, hay quienes han optado por ubicarme, en vista de mis repentinas y alocadas defensas a ciertas posturas nada izquierdistas, dizque en el centro, cosa que me hace hervir la sangre aún más porque es casi como inscribirme en otra corriente política en este país. Yo creo que mi afán nunca ha sido ser una militante acérrima de un partido, no defiendo partidos políticos, eso es casi como pertenecer a una secta, yo defiendo justas causas, programas coherentes y decencia.

En fin, no soy quien para opinar sobre los resultados en Venezuela ni las irregularidades que denuncian algunos, mi país no es que brille por su decencia, aquí sucede de cuanta cosa, abusan de los abusos, compran votos, juegan con el hambre de muchos en épocas electorales y son los mejores a la hora de hablar de oportunismo político. No incurriré en la estupidez de algunos de los que se jactan de la democracia colombiana, tratando de enorgullecerse de la política de su país, juzgando la “ignorancia” del electorado venezolano, como si aquí a la hora de elegir hicieran buenas elecciones, ¿Es que no han echado un vistazo a la manada de ratas que es el Congreso? Sin embargo, pese a que tengo mis opiniones al respecto, me limitaré a no expresarlas de a mucho por respeto a los vecinos; pero quiero dejar en claro que defiendo lo que yo creo y no me caso con partidos ni me inscribo en orillas políticas porque no pienso defender lo indefendible ni izarle bandera a nadie, bastante me cuesta mantener izada mi bandera como para venir a sostenerle fechorías a otros.

@MaJiPaBe