Ayer fue un día traumático, no porque fueran las
elecciones en Venezuela sino porque era día de hacer mercado. Me levanté, peleé
con mi hermanito para que se apurara, me dio mal genio porque me tocó desayunar
frutas (no había más nada, ¿por qué creen que era urgente hacer mercado?) y,
para colmo de males, agarró a llover después. No pintaba ser el gran día, pero ¿quién
dijo que los domingos son un gran día?, sobrevivo cada domingo. En fin, llegué
de hacer compras y me instalé en ese mágico mundo de la prensa, donde se
encuentra de todo, desde el que divaga y divaga en un mundo que no comprende
hasta el que resuelve los problemas de la humanidad a punta de teorías
inoperantes, o por lo menos muy hippies para mi gusto. Algunas veces me parezco
a los primeros, otras veces a los segundos y, en otros momentos, me pierdo en
mi misma.
Pero bueno, los domingos se encuentra de todo, y no
solo en la prensa, pareciera como si fuera el día dedicado a reflexionar sobre
el mundo y sus males ya que facebook se satura a punta de cada elucubración de
sus usuarios y comienzo a preguntarme ¿éste por qué dirá eso y aquél por qué dirá
esto? No se preocupen, yo también digo muchas incoherencias y termino
haciéndome mis propias preguntas: “¡Mi misma, ¿Qué es esa estupidez que acabas
de decir?!”. Y ahí comienza de nuevo esta historia, divago y divago hasta que
cambio de tema y termino por sucumbir a la música, cualquier libro o
simplemente un buen capítulo de “Big Bang Theory”. Ayer, a propósito de las
elecciones en el vecino país, los twitteros y facebookseros no pararon de
escribir, de publicar, de alardear, de despotricar, a propósito, no sabía que
hubiese tanto analista político en este país, me sorprendieron muchos. En fin,
ayer fue un domingo de esos en los que me preparé una gelatina y le eché el
tarro de lechera para sentarme tranquila a seguir la jornada electoral de
Venezuela.
Aguardé impaciente al cierre de las urnas, me reí
mucho de cuenta de los chistes que generaba la larga espera a la que fueron
sometidos los resultado y, al final, el veredicto que casi todos sabíamos cuál
era pero que muchos esperaban cambiar. Supe los resultados, me acosté, y desde
entonces no he parado de decir, cada que me acuerdo, veo una imagen o escucho
un comentario: “¡Qué robo!”. No porque me conste, pero igual, cada que gana
alguien que no nos simpatiza recurrimos a eso. A propósito, esperaba que ganara
el voto en blanco, soñé con eso por unos microsegundos pero me tocó despertar,
el señor Voto en Blanco no puede gobernar más de lo que ha gobernado todo este
tiempo en Venezuela, era hora de elegir a alguien, ¿Pero a quién?
Admito que el Capriles ese me parece sexy, aunque no
me he dejado seducir, desde que sea amiguis de Uribe y éste rettwitee algo de
Capriles difícilmente va a entrar en mi reino, ¿Qué son esas amistades
Henriquito? No porque Uribe sea de la ultra extrema derecha sino porque me
parece tan oportunista, incoherente e indigno que no cabe en mí reino. Pero a
decir verdad me repugna tanto el discurso de este otro señor que me produjo
cierta desazón saber que ganó, o bueno, que supuestamente ganó. Y mi pecado fue
manifestarlo, hice eco de mi inconformismo ante ciertas situaciones y terminé
atacada. Pero lo que me llamó la atención no fue el ataque, eso es normal, es
una condición humana, lo que llamó mi atención fue que alguien me tachó de “torcida”,
¿No que era de izquierda? Me increpó, a lo que tuve que contestarle que yo era
cualquier cosa pero no apoyaba corruptos.
Nunca he entendido ese afán de las personas por
inscribirse en una línea política, dándose golpes de pecho: ¡Soy de la
izquierda!, ¡Soy de la derecha!, pareciera como si estuvieran hablando en
términos que, anteriormente, dieron pie a muchas guerras: ¡Soy conservador!, ¡Soy
liberal!, en fin, no hay mucha diferencia. Pueden ubicarse donde quieran,
incluso en el panteón, que si las ideas y los mensajes son incoherentes, nada
que hacer.
Muchas personas me ubican en la izquierda, quizás
porque hago reparo en cada cosa, voy un poco más allá de la simplicidad con que
resuelven los problemas: enunciando artículos; y tal vez porque siempre me
opongo a los gobiernos de turno en Colombia que, para acabar de ajustar, son de
derecha. Algunas veces hago bromas al respecto, me coloqué una esclava en el
pie derecho y dije que era ahí para someter mi derecha, para no incurrir en las
obscenidades de la derecha.
De otro lado, hay quienes han optado por ubicarme, en
vista de mis repentinas y alocadas defensas a ciertas posturas nada
izquierdistas, dizque en el centro, cosa que me hace hervir la sangre aún más
porque es casi como inscribirme en otra corriente política en este país. Yo creo
que mi afán nunca ha sido ser una militante acérrima de un partido, no defiendo
partidos políticos, eso es casi como pertenecer a una secta, yo defiendo justas
causas, programas coherentes y decencia.
En fin, no soy quien para opinar sobre los resultados
en Venezuela ni las irregularidades que denuncian algunos, mi país no es que
brille por su decencia, aquí sucede de cuanta cosa, abusan de los abusos,
compran votos, juegan con el hambre de muchos en épocas electorales y son los
mejores a la hora de hablar de oportunismo político. No incurriré en la
estupidez de algunos de los que se jactan de la democracia colombiana, tratando
de enorgullecerse de la política de su país, juzgando la “ignorancia” del
electorado venezolano, como si aquí a la hora de elegir hicieran buenas
elecciones, ¿Es que no han echado un vistazo a la manada de ratas que es el
Congreso? Sin embargo, pese a que tengo mis opiniones al respecto, me limitaré
a no expresarlas de a mucho por respeto a los vecinos; pero quiero dejar en
claro que defiendo lo que yo creo y no me caso con partidos ni me inscribo en
orillas políticas porque no pienso defender lo indefendible ni izarle bandera a
nadie, bastante me cuesta mantener izada mi bandera como para venir a
sostenerle fechorías a otros.
@MaJiPaBe
No hay comentarios:
Publicar un comentario